martes, 25 de septiembre de 2012

FRED PERRY


La verdad, no pude evitar fijarme en el logotipo de esta marca de ropa, cuyo nombre y origen tiene lugar de Frederick John Perry, un famoso tenista británico de los años 30, considerado Nº1 durante 5 de ellos. 
Cuando Frederick puso fin a su carrera, creó una marca de ropa deportiva que lleva su nombre, y como logotipo utilizó una corona de laurel, basado en el antiguo símbolo del torneo de Wimbledon. Aunque no lo parezca esto esta íntimamente relacionado con el mundo Romano y Griego, ya que la corona de laurel era generalmente entregada como recompensa a poetas, deportistas y guerreros.

El laurel en la Mitología: Dafne y Apolo

La serpiente Pitón, en la mitología griega, era un monstruo de cien cabezas y cien bocas que vomitaban fuego; era el terror de la campiña de Tesalia porque arrasaba a hombres y animales. Cuenta Ovidio que Apolo, orgulloso por haberle dado muerte, osó desafiar a Cupido, hijo de Venus y de Marte. Cupido, molesto por la arrogancia de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo vio un día a Dafne se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió hasta que agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y, sin embargo, ¡que bello aquel árbol!
A él se abraza Apolo y casi lo siente palpitar. Las movidas ramas, rozándole, pueden ser caricias.
 “Pues que ya – sollozó- no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto, laurel, honra de victorias. Mis cabellos y mi lira no podrán tener ornamento más divino. ¡Hojas de laurel! los capitanes romanos triunfantes, subidos al capitolio, ostentarán coronas arrendadas de ti. Tú cubrirás los pórticos en el palacio de los emperadores; y así como mis cabellos permanecen sin encanecer nunca, así tus hojas jamás dejarán de aparecer verdes”.
Cuando Apolo terminó de hablar, el laurel pareció descender sobre su cabeza, como aceptando los ofrecimientos que le acababa de hacer.
La transformación la relata Ovidio en el poema Las metamorfosis. Este mito ilustra el origen de uno de los símbolos típicos del dios, la corona de laurel y desde entonces, el laurel es el símbolo de Apolo y con él se galardona a los vencedores, artistas y poetas.

lunes, 24 de septiembre de 2012

VADE MECUM

Ya estamos de vuelta. Pero después de un inicio de curso un tanto extraño, arrancamos con las fuerzas renovadas y con más ganas que nunca de intentar hacer las cosas bien, sobre todo por los que menos culpa tienen de la mala gestión que últimamente se ha asentado en esa Educación que todos prometieron no tocar: mis alumnos. Y como no podía ser de otra forma, me he permitido descorchar una botella de vino por ellos: por los que fueron, por los que son y por los que vendrán. Por supuesto, el vino no podía llamarse de otro modo "VADE MECUM".  En esta expresión latina que podríamos traducir como "camina conmigo" son muchos los valores que podemos recoger, desde lo más literal hasta lo metafórico, pasando por todas esas acepciones que tiene vademécum actualmente en español. En eso me gustaría convertir a nuestra "Lechuza": en el libro donde recojamos, cual médicos o farmacéuticos, todos los referentes que encontremos del Mundo Clásico que rodea; en el libro ligero que podamos llevar con nosotros a cualquier lugar y al que consultar en cualquier momento; en la carpeta en la que guardemos todas las cosas útiles que hayamos encontrado en esta aventura del saber. Espero encontraros a muchos por aquí en este nuevo curso. ¡Por vosotros!

domingo, 16 de septiembre de 2012

Adiós, del latín "sedeas ad Deum"

Adiós puede presumir de tener una de las etimologías más rebuscadas del castellano. Todo porque resulta de abreviar una oración que, traducida al castellano, se nos antoja sin sentido: a Dios seas. A Dios seas... ¿agradecido, cariñoso, querido? Nada de eso. El subjuntivo del verbo ser español (caprichos de nuestra lengua) no proviene del verbo sum, sino del sedeo, cuyo significado es quedarse o permanecer en algún sitio de forma estática. Por tanto, nuestro adiós sería el resultado de recortar la oración Sedeas ad Deum “queda con Dios o queda junto a Dios”.

Pero esta vez es aquel al que despedimos quien se mueve. Despedimos a uno de los pocos profesores de los que se puede afirmar que el término Magister (cuya fuerza semántica nos explicó en una de las últimas clases) queda pequeño en comparación con su figura y sus métodos. Todos coincidimos en que, tanto para los que comenzaban con el Latín y el Griego en primero de Bachillerato, como aquellos que ya se habían iniciado en cuarto de la ESO; estas asignaturas se han convertido en algo completamente contrario a la visión que tradicionalmente se tiene de ellas. A través de las horas de tiza intercalada con curiosidades, juegos y actividades diversas, las clases de Manuel han transformado las Lenguas Clásicas en una de las partes más atractivas del currículo académico. En nuestro álbum de recuerdos de primero de Bachillerato siempre custodiaremos aquella felicitación de Navidad en latín; aquel trabajo sobre la domus que de entrada se planteó cuanto menos imposible; aquellos platos y joyas que resultaron de unas olimpiadas clásicas en Cáceres; esos nervios que se apoderaban de nosotros en los instantes previos a las presentaciones de historia romana… Y, sobre todo, la constancia, ayuda incondicional, dedicación, esfuerzo y cercanía de un profesor que sabía acercarse a sus alumnos para auparles al Latín y el Griego sin dejar por ello de imprimir el respeto que su posición requiere. Resulta difícil pensar cómo se habría desarrollado el curso pasado si las ocho horas semanales que transcurrían con él junto a la pizarra hubieran transcurrido con otro en su puesto. Seguramente, la satisfacción, la ilusión y el gusto por los idiomas mal llamados muertos no formarían ahora parte inseparable de nosotros. Quizás nuestros resultados no reflejen este sentir, pero te podemos asegurar que tu paso por nuestra vida académica no nos ha dejado para nada indiferentes, y que tu huella ha quedado en forma de aprecio por el esfuerzo y de curiosidad por los latinismos y resquicios antiguos que nos rodean. Todo lo que has conseguido, Manuel, desde tu proximidad como educador. Desde tu rechazo a las ínfulas y tu sinceridad para con todos nosotros.

¡Grates innumeras!

Muchísima suerte en todos los destinos a los que tu profesión te conduzca. Ojala tu labor marque a todos tus alumnos como lo ha hecho con nosotros. Estamos seguros de que, si continúas realizándola como hasta ahora, lo hará. Hoy nos toca a nosotros cerrar este mensaje, y como no podía ser de otro modo, lo hacemos con esa expresión tan común en tus correos:

¡Cura ut valeas!

Tus alumnos de 1º de Bachillerato del curso 2011/12 IES Zurbarán