La verdad, no pude evitar
fijarme en el logotipo de esta marca de ropa, cuyo nombre y origen tiene lugar
de Frederick John Perry, un
famoso tenista británico de los años 30, considerado Nº1 durante 5 de ellos.
Cuando
Frederick puso fin a su carrera, creó una marca de ropa deportiva que lleva su
nombre, y como logotipo utilizó una corona de laurel, basado en el antiguo
símbolo del torneo de Wimbledon. Aunque
no lo parezca esto esta íntimamente relacionado con el mundo Romano y Griego,
ya que la corona de laurel era generalmente entregada como recompensa a poetas,
deportistas y guerreros.
El laurel en la Mitología:
Dafne y Apolo
La serpiente Pitón, en la
mitología griega, era un monstruo de cien cabezas y cien bocas que vomitaban
fuego; era el terror de la campiña de Tesalia porque arrasaba a hombres y
animales. Cuenta Ovidio que Apolo, orgulloso por haberle dado muerte, osó
desafiar a Cupido, hijo de Venus y de Marte. Cupido, molesto por la arrogancia
de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que
causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con
una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo vio
un día a Dafne se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero
Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió y corrió
hasta que agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó
convertir a Dafne en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la
transformación: su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que
se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al
árbol y se echó a llorar. Y, sin embargo, ¡que bello aquel árbol!
A él se abraza Apolo y casi
lo siente palpitar. Las movidas ramas, rozándole, pueden ser caricias.
“Pues que ya – sollozó- no puedes ser mi
mujer, serás mi árbol predilecto, laurel, honra de victorias. Mis cabellos y mi
lira no podrán tener ornamento más divino. ¡Hojas de laurel! los capitanes
romanos triunfantes, subidos al capitolio, ostentarán coronas arrendadas de ti.
Tú cubrirás los pórticos en el palacio de los emperadores; y así como mis
cabellos permanecen sin encanecer nunca, así tus hojas jamás dejarán de
aparecer verdes”.
Cuando Apolo terminó de
hablar, el laurel pareció descender sobre su cabeza, como aceptando los
ofrecimientos que le acababa de hacer.
La transformación la relata
Ovidio en el poema Las metamorfosis. Este mito ilustra el origen de uno de los
símbolos típicos del dios, la corona de laurel y desde entonces, el laurel es
el símbolo de Apolo y con él se galardona a los vencedores, artistas y poetas.