domingo, 16 de septiembre de 2012

Adiós, del latín "sedeas ad Deum"

Adiós puede presumir de tener una de las etimologías más rebuscadas del castellano. Todo porque resulta de abreviar una oración que, traducida al castellano, se nos antoja sin sentido: a Dios seas. A Dios seas... ¿agradecido, cariñoso, querido? Nada de eso. El subjuntivo del verbo ser español (caprichos de nuestra lengua) no proviene del verbo sum, sino del sedeo, cuyo significado es quedarse o permanecer en algún sitio de forma estática. Por tanto, nuestro adiós sería el resultado de recortar la oración Sedeas ad Deum “queda con Dios o queda junto a Dios”.

Pero esta vez es aquel al que despedimos quien se mueve. Despedimos a uno de los pocos profesores de los que se puede afirmar que el término Magister (cuya fuerza semántica nos explicó en una de las últimas clases) queda pequeño en comparación con su figura y sus métodos. Todos coincidimos en que, tanto para los que comenzaban con el Latín y el Griego en primero de Bachillerato, como aquellos que ya se habían iniciado en cuarto de la ESO; estas asignaturas se han convertido en algo completamente contrario a la visión que tradicionalmente se tiene de ellas. A través de las horas de tiza intercalada con curiosidades, juegos y actividades diversas, las clases de Manuel han transformado las Lenguas Clásicas en una de las partes más atractivas del currículo académico. En nuestro álbum de recuerdos de primero de Bachillerato siempre custodiaremos aquella felicitación de Navidad en latín; aquel trabajo sobre la domus que de entrada se planteó cuanto menos imposible; aquellos platos y joyas que resultaron de unas olimpiadas clásicas en Cáceres; esos nervios que se apoderaban de nosotros en los instantes previos a las presentaciones de historia romana… Y, sobre todo, la constancia, ayuda incondicional, dedicación, esfuerzo y cercanía de un profesor que sabía acercarse a sus alumnos para auparles al Latín y el Griego sin dejar por ello de imprimir el respeto que su posición requiere. Resulta difícil pensar cómo se habría desarrollado el curso pasado si las ocho horas semanales que transcurrían con él junto a la pizarra hubieran transcurrido con otro en su puesto. Seguramente, la satisfacción, la ilusión y el gusto por los idiomas mal llamados muertos no formarían ahora parte inseparable de nosotros. Quizás nuestros resultados no reflejen este sentir, pero te podemos asegurar que tu paso por nuestra vida académica no nos ha dejado para nada indiferentes, y que tu huella ha quedado en forma de aprecio por el esfuerzo y de curiosidad por los latinismos y resquicios antiguos que nos rodean. Todo lo que has conseguido, Manuel, desde tu proximidad como educador. Desde tu rechazo a las ínfulas y tu sinceridad para con todos nosotros.

¡Grates innumeras!

Muchísima suerte en todos los destinos a los que tu profesión te conduzca. Ojala tu labor marque a todos tus alumnos como lo ha hecho con nosotros. Estamos seguros de que, si continúas realizándola como hasta ahora, lo hará. Hoy nos toca a nosotros cerrar este mensaje, y como no podía ser de otro modo, lo hacemos con esa expresión tan común en tus correos:

¡Cura ut valeas!

Tus alumnos de 1º de Bachillerato del curso 2011/12 IES Zurbarán

1 comentario:

Teágenes dijo...

Abrumado me siento con vuestras palabras... De hecho me he quedado sin ellas... Mensajes así hacen que los momentos difíciles que esta profesión también nos da, le hagan a uno empezar con más fuerza si cabe cada nuevo reto. De todos modos, soy yo el que debe daros las gracias por todo lo que he aprendido con vosotros, para mi fue un regalo teneros como alumnos. Espero que esto no sea más que un "hasta pronto". La lechuza de Atenea seguirá ahí para vosotros, siempre que queráis acudir a ella, y yo seguiré cerca para lo que necesitéis. Un abrazo.